Una errada apreciación de los jurados, que solo escucharon sonar las tablas del apiñadero, fue el detonante que precipitó el fin de un sueño.
Salir del apiñadero con un punto malo, injustamente aplicado, debilita de manera ostensible las aspiraciones de cualquier corredor que pretenda lograr una buena carrera. Y sin que ello sea una justificación para lo sucedido después en los sacos, no es menos cierto que en un clasificatorio, donde cada punto vale oro, un castigo de esa naturaleza afecta la entereza de cualquiera.
Los Adasme, ingresaron a participar en la Primera Serie Libre B y estaban con muchas ganas de hacer un buen papel luego que no se dieran las cosas en la serie yeguas del día anterior. Buscando fórmulas que les permitiera clasificar hicieron un cambio que les trajo buenos dividendos. En esta serie se fue a la mano don Pablo en la Fanática, con Pedro al arreo en la extraordinaria Clavija.
Cuatro puntos marcaron en el primer animal con una llegada de tres buenos a la mano de atrás. El corte para pasar al segundo animal fue justo en los cuatro puntos, permitiendo que los jinetes del Gil Letelier siguieran con opciones.
En el segundo animal y ya con los dientes apretados, Pedro le pone una de tres para adelante y su padre, sin ser menos, le deja caer otra de la mitad en los sacos de atrás. La orden era seguir sumando y la mulata nevada vuelve a la carga para estamparle en el último embate otros tres puntos al tapado.
Carrera corrida... 10 puntos buenos, canta el secretario y las ilusiones se acrecientan en la mente de los santiaguinos que ya sumaban 14 formidables puntos.
Luego llegaría el fatídico tercer animal donde los Adasme fueron penalizados injustamente por el jurado. ¡¡Un punto malo por golpear al animal en el apiñadero!! indica el secretario luego que la yegua de Pedro hiciera sonar las tablas. Lamentablemente nada pudieron hacer en las ramas para contrarrestar el errado fallo y superar el estado anímico. Entregaron el animal con el mismo punto malo que salieron, totalizando 13 puntos que los dejó sin premios y sin ilusiones, pese a haber estado tan cerca de lograrlo.
Al día siguiente, corrieron la Segunda Libre B en la que se jugaban sus últimas cartas, pero la suerte, que siempre juega un papel importante en el rodeo, no les acompañó para nada con un novillo que no quiso cooperar.
Hasta ahí llegó la incursión serenense de los Adasme. Ese mismo día domingo cargaron sus yeguas y retornaron a Santiago con las manos vacías, pero con el corazón contento. Habían hecho un buen papel, se las jugaron todas y demostraron que nuestro Club tiene cartas valederas para llegar a estas instancias y pelear codo a codo en las grandes ligas.
En conversaciones posteriores, padre e hijo declaran su satisfacción por haber llegado a los Clasificatorios y si bien los resultados no fueron los esperados, la experiencia de haber estado allí, donde las papas queman, junto a grandes jinetes y buena caballada, los deja felices y contentos.
Tal como alguien dijo por ahí: "Lo importante es competir".
